Abrimos una nueva sección en el blog, El Dominical, que tratará el toque divino que los tan religiosos americanos inculcan a algunas de sus series.
Elag, la redactora más espiritual del StafF, inicia el sermón.
Joseph Smith, autoproclamado profeta fundador de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, no es un hombre muy conocido en nuestras tierras, excepto para los curiosos de la teología moderna.
Todo lo contrario sucede en Estados Unidos, donde la Iglesia mormona, que confiesa la única fe "cristiana" que atribuye la misma o incluso superior autoridad a otro escrito que no sea la Biblia -el libro de Mormón -, es una de las más poderosas e influyentes del país, en especial en el estado de Utah.
El templo mormón de Salt Lake City, sencillito Más de 14 millones de personas alrededor del mundo pertenecen a esta iglesia que aún causa mucho recelo, sobretodo, por sus inicios, en los que se permitía e incluso defendía, la poligamia entre sus feligreses, práctica totalmente no autorizada en el Nuevo Testamento (1 Timoteo 3:2), ni siquiera por el propio Jesús (Mateo 19:5,6).
Los actuales mormones tampoco se sienten orgullosos de ese pasado. ¿Todos? No. Un reducido número de personas sigue practicando la poligamia en América, y arremetiendo contra la nueva iglesia LDS (Latter-Day Saints), de la cual son expulsados.
Visto esto nos situamos en Salt Lake City, Utah, para introducirnos en un hogar, a priori, típicamente mormón. Sin consumo de café, sin consumo de alcohol, y con consumación de Bill, el padre de familia, con, no una, sino con tres esposas.
Bill Henrickson reside en un acomodado barrio residencial a las afueras de la ciudad con Barb, Nikki, Margie, y los respectivos hijos que tiene con cada una de ellas, en tres casas adosadas y conectadas entre ellas por un patio interior.Esconden su ilegal llamada celestial a sus vecinos.
La familia Henrickson no viste ropas del siglo XIX, no vive sin electricidad, ni sus mujeres se ven sometidas a un patriarcado tirano, machista y esclavista de parte de su marido. No comparten las creencias de la reformada iglesia mormona, pero tampoco aceptan el dogmatismo de los primitivos mormones polígamos residentes en comunas alejadas de toda civilización.
Los Henrickson viven en tierra de nadie. Pero deben seguir adelante en su propósito divino aguantando las tensiones económicas que supone abastecer a una familia de semejantes dimensiones, las tensiones propiciadas por los celos y la rivalidad de las tres esposas, las tensiones propiciadas por la verguenza ajena y el rechazo que viven los hijos mayores de los Henrickson, que no acaban de decidir si se adhieren al derrotero individualista de su familia.
El piloto ya muestra todos estos problemas y pronto nos sorprendemos a nosotros mismos cambiando nuestras caras de espanto al ver cómo Bill se besa con su primera esposa ante la indiferente mirada de la segunda, para dibujar una sonrisa en nuestro rostro cuando vemos cómo la familia consigue burlar los obstáculos que los intolerantes monógamos les crean.
Los Henrickson están constantemente en el punto de mira, pero siguen adelante. Tras 5 años en antena y consiguiendo un final digno, Big Love ha supuesta una revelación televisiva que el apóstol Juan olvidó mencionar en su libro.
PD: Ver a la musa de los
modern-fuckers Chlöe Sevigny hacer de f
undamentalista polígama bitch no tiene precio.